Chapter 55: 2. Superar la pobreza espiritual - En busca de lo indispensable: Una propuesta actual en torno a la pobreza y al bien común (2024)

2. Superar la pobreza espiritual

Como hemos dicho antes, el hombre contemporáneo vive en una sociedad que paulatinamente ha ido dejando de lado la fe y la razón, para concentrarse en la experiencia. Esto puede apreciarse a través de narrativas que algunos autores han terminado por llamar «narrativas maestras». Con la descripción de la realidad, o narrando la historia de los pueblos, el hombre contemporáneo consigue explicarse a sí mismo quién es en verdad. Una de estas narrativas es, por ejemplo, la democracia. A lo largo de la historia los pueblos han conseguido cada vez mayor libertad hasta que lograron elegir libremente a sus gobernantes, de manera que la posibilidad de votar se convierte en un ejercicio auténtico de la propia personalidad y todo lo que sea democrático es automáticamente positivo para el hombre. No importa tanto lo que se elige, sino que la elección sea auténticamente libre. Por una parte, tal vez sin demasiada dificultad, podríamos establecer algunas objeciones al moderno sistema democrático, puesto que no todos los ciudadanos tienen la información y la formación suficiente para ejercer su libre derecho al voto. Por otra, no podemos tampoco dejar de reconocer que, como sistema político, la democracia ha otorgado mayores garantías a los pueblos de las que otros métodos políticos habían llegado a conceder. En todo caso, si el hombre moderno se explica a sí mismo con las narrativas o con la descripción de los fenómenos que ocurren en su vida, el camino para recuperar la riqueza espiritual que tantas veces se ha perdido puede tomar igualmente el camino de la narrativa de la propia vida, que incluye nuestra historia, sociedad, cultura y religión.

Algunos autores afirman que las grandes religiones monoteístas, como el cristianismo, el judaísmo o el islam, configuran también una narrativa maestra que explica determinados comportamientos de los ciudadanos en algunas naciones. Como habíamos afirmado antes, siguiendo a Dawson, estas religiones de la humanidad han dado lugar a grandes civilizaciones y, por tanto, en cierto sentido el mensaje espiritual que otorgan de hecho se declina como una cultura. En el caso del cristianismo, el mensaje de la Revelación divina contenido en las Sagradas Escrituras y en la Tradición viva de la Iglesia se concreta en un modo de vivir la fe que lleva a las personas a perdonar a los demás; a acoger a todos, también a quienes no pertenecen a la propia etnia, clase social o tribu; a sentir compasión por los que sufren, lo mismo si no comparten la fe o si se encuentran físicamente lejos de nosotros; y finalmente, a vivir una caridad concreta, que lleve a prestar eficazmente una ayuda a los demás. Por cuanto se refiere a los cristianos —ya que no tenemos el conocimiento suficiente para hablar ahora de los demás grupos religiosos— esta era la conciencia de su propio vivir: la fe se encarnaba en obras y estas obras manifestaban la fe.

Quien desee recuperar la convicción de su propia fe, es decir, la convicción de trabajar con la seguridad de colaborar con el Creador en la perfección de la creación, puede crear una narrativa de la historia de su vida. En muchos casos es gracias a la fe de nuestros abuelos y de nuestros padres que somos quienes somos: por su honestidad aprendimos a trabajar y por su fidelidad forjamos nuestras propias familias. Si se trata de una institución o empresa, la narrativa puede simplemente ampliarse: por el deseo de contribuir desinteresadamente al bien común, muchas instituciones religiosas o grupos de personas inspiradas por la fe de los cristianos surgieron para ayudar especialmente a los más necesitados, creando así hospitales, hospicios, escuelas, universidades, asilos de ancianos, asociaciones culturales y religiosas, etc. Muchos de esos centros continúan su marcha también hoy, a pesar de que en ellas haya muchas menos personas que comparten la fe de sus fundadores. En todo caso, la historia de fe de las instituciones forma parte de su identidad, es indeleble y quien desee recuperar la identidad espiritual del propio obrar institucional, podría recordarlo.

Los miembros del parlamento inglés, por ejemplo, pueden hacer juramento público en el nombre de Dios, afirmando ante Dios Todopoderoso que servirán al Rey y a sus sucesores de acuerdo con la ley, y también pueden jurar sobre un libro sagrado: la Biblia, el Corán, la Torah, etc. En ocasiones, algunos grupos han buscado eliminar toda referencia a la religión, pero no son pocos quienes lo reconocen imposible. Entre quienes subrayan el papel que tienen las creencias religiosas en la esfera pública encontramos al filósofo Jürgen Habermas. Este autor asistió en Zúrich al funeral de un amigo suyo, Max Frisch. Se reunieron numerosos filósofos, la mayor parte ateos, dentro de los muros consagrados de una Iglesia para despedir a su amigo, que había perdido la fe en Dios. Quien había sido la pareja de Frisch en los últimos años, pidió que no hubiera en ese funeral ninguna oración, que no viniese ningún sacerdote y que nadie pronunciase ni siquiera un «amén». Para Habermas, la necesidad que tenían aquellos intelectuales de despedir a su amigo en ese lugar sagrado demostraba que era imposible para la modernidad explicar de manera satisfactoria el problema de la muerte; por tanto, tenían que reunirse ahí, donde había un misterio, un más allá, un algo capaz de satisfacer la falta que experimentaban todos de su ser querido.

En otras ocasiones, bastará con dar razones de la propia fe, resaltando el bien que significa para aquellos que creen y narrando el modo concreto en que se expande a su alrededor. Con la intención de subrayar las consecuencias sociales de las propias convicciones, en una reunión con importantes empresarios en Roma, se invitó a hablar a un sacerdote argentino, Jorge García Cuerva, hoy arzobispo de Buenos Aires. Este sacerdote trabajaba entonces en una villa miseria en San Isidro, una zona cercana a Buenos Aires. Las villas miseria son chabolas donde hay mucha pobreza de tipo material, pero también violencia y abusos de todo tipo que constituyen una gran pobreza racional. El sacerdote quería contribuir a aliviar la condición de las veinticuatro mil familias que viven allí llenando el barrio de riqueza espiritual. Lo primero que hizo fue promover la devoción a la Virgen María, así que con la ayuda de la gente construyó una capilla a la Virgen de la Cava, de manera que sintieran que era una devoción propia y acudiesen a rezar. Además, el sacerdote se dedicó a visitar a las familias, sobre todo a las madres de familia que habían sido encarceladas en una prisión femenina que estaba en ese barrio. Promovió que se viviese con mayor higiene dentro de lo posible, ya que las aguas negras corren a espacio abierto en ese barrio y sus habitantes no cuentan con fácil acceso al agua potable.

Pero lo más difícil era trabajar con los jóvenes, que eran presa fácil de vicios y de grupos criminales. En una correccional juvenil localizada en ese barrio, el padre Jorge buscaba dar esperanza, instruyendo a los jóvenes en la fe. En una de sus visitas presenció con dolor una gran pelea y pudo observar cómo uno de los jóvenes traspasó a otro con la pata de una silla dejándolo parapléjico para siempre. El relato de esta dura condición de la gente de «la Cava» —que es el nombre de esa villa miseria— quedó como suspendido en el aire, cuando el sacerdote mostró a los empresarios la fotografía de un muro que dividía sus veinticuatro mil feligreses de un barrio mucho más rico, donde había casas con amplio jardín y piscina. Solo un muro de ladrillo impedía la comunicación entre dos mundos donde vivían seres humanos que son iguales, pero que tienen un destino y una condición muy diferentes. Ese muro no es material, sino existencial. Uno de los directores internacionales del banco de desarrollo islámico estaba presente y afirmó que en donde él vive no había conocido héroes como el padre Jorge, que desde hacía muchos años vivía en la Cava y que no había querido dejar ese barrio cuando se lo propusieron.

Tal vez haya muchos más héroes desconocidos, que profesan otra fe, o que viven en zonas que ni siquiera imaginamos. El punto es que quienes viven de esta manera y prestan estos servicios, no lo hacen por obtener riqueza económica, ya que ese modo de vivir para los demás no tiene precio. Y tampoco parece que lo hagan para experimentar que hacen algo bueno por los demás, ni queda claro que este modo de actuar esté motivado por la búsqueda de una mayor autoestima. Incluso si lo hicieran por vivir una desinteresada filantropía y pagar así a la humanidad el bien de su propia salud y riqueza, su obrar no se explicaría plenamente. Muchas de las personas que sirven a los demás de esta manera lo hacen porque en los demás ven el rostro de Dios. Tal vez haya alguien que no comparta su fe, pero nadie puede decirles que no hacen algo bueno.

La consideración de las consecuencias de la propia fe, que constituye una auténtica riqueza espiritual, no es una tarea reciente. Ya san Agustín invitaba a esta consideración dentro de las presiones que vivían los cristianos en el Imperio Romano, cuando escribía: «Por lo tanto, los que dicen que la doctrina de Cristo es enemiga de la república dennos un ejército de soldados como los exige la doctrina de Cristo. Dennos tales provinciales, tales maridos, tales esposas, tales padres, tales hijos, tales amos, tales siervos, tales reyes, tales jueces, tales contribuyentes y cobradores de las deudas del fisco, como los quiere la doctrina cristiana, y atrévanse a decir que es enemiga de la república. Más aún, no duden en confesar que, si se la obedeciera, prestaría un gran vigor a la El desafío de san Agustín tiene vigencia también en nuestros días.

Chapter 55: 2. Superar la pobreza espiritual - En busca de lo indispensable: Una propuesta actual en torno a la pobreza y al bien común (2024)
Top Articles
Latest Posts
Article information

Author: Merrill Bechtelar CPA

Last Updated:

Views: 5833

Rating: 5 / 5 (50 voted)

Reviews: 81% of readers found this page helpful

Author information

Name: Merrill Bechtelar CPA

Birthday: 1996-05-19

Address: Apt. 114 873 White Lodge, Libbyfurt, CA 93006

Phone: +5983010455207

Job: Legacy Representative

Hobby: Blacksmithing, Urban exploration, Sudoku, Slacklining, Creative writing, Community, Letterboxing

Introduction: My name is Merrill Bechtelar CPA, I am a clean, agreeable, glorious, magnificent, witty, enchanting, comfortable person who loves writing and wants to share my knowledge and understanding with you.